DIVERTIMENTO CON OLOR A AÑEJO
En ocasión de los cincuenta
años de mi amigo Joan Ros.
Original de: Luis E. Marval
H.
ENTREVISTA
EXCLUSIVA PARA LA SECCIÓN
SOCIALES DEL DIARIO LA VOZ DE SANT JOAN DE VILATORRADA CON MOTIVO DE LA CELEBRACIÓN DE
LOS 50 AÑOS DE JOAN ROS.
REPORTERO: (EFUSIVO) Nos encontramos en vivo desde Sant Joan de
Vilatorrada, en Cataluña, en la residencia de la familia Ros-Segura, donde la
señora María "Xus" Segura se prepara para celebrar los cincuenta años de su
marido, el muy apreciado Joan Ros, quien
es muy querido —no tan solo acá en Sant Joan, sino en Castellbell, Puig Reig y
otros pueblos vecinos—; todo un ejemplo de trabajo, salud, buen humor y
lucidez. Es un día soleado y despejado, como preámbulo del regalo que la familia le ha preparado en secreto a Joan. La Voz de Sant Joan, siempre presente en los
eventos sociales de relevancia y trascendencia para la comunidad, no ha
escatimado esfuerzos para lograr la entrevista en exclusiva con el sr. Ros y
buscará conocer el secreto para llegar a este fecha aniversaria luciendo tan
joven, fresco, activo, autónomo y varonil —según asevera su esposa—.
(ENTRA JOAN AL SET)
Reportero Nunca Escampa: Joan, gracias por recibirnos acá en su casa, en este bello, luminoso, despejado y radiante día soleado tan especial. Le damos la palabra.
JOAN: Buenas
noches.
REPORTERO: Señor Joan, La Voz de Sant Joan no ha querido pasar de
menos este momento tan especial y, en nombre de nuestros innumerables lectores,
quiero agradecerle la oportunidad de concedernos esta entrevista; es todo un
honor.
JOAN: No,
no tengo calor, pero si gusta podemos ir a la terraza, allí siempre está más
fresco.
REPORTERO: (SONRIENTE) Sr.
Joan, cumplir cincuenta años siempre ha marcado un hito en la vida de las
personas. Díganos ¿qué siente llegar a este momento tan especial, a esta fecha
en su vida?
JOAN: Siento
que estos zapatos nuevos me están torturando. ¿Cómo supo que eran nuevos?, ¿acaso
se lo dijo Xus?
REPORTERO: ¡Je, je, je! Es muy bueno tener cincuenta años y mantener este sentido del humor tan jovial. Con
esta actitud entiendo que nos transmite un mensaje, nos ofrece una lección a quienes llegaremos algún día —como usted— a esa edad: el mensaje de que no hay edad para dejar de sonreír, que a todo
se le puede buscar el lado amable de la sonrisa. Supongo que su familia no dejará pasar
por debajo de la mesa esta fecha tan especial, ¿cómo piensa celebrarlo?
JOAN: (SERIO): Ya le fueron con
el chismecito...
REPORTERO: (ORONDO). No lo diga así, por favor. Digamos que es parte de
nuestro trabajo en La Voz : estar siempre
al día, siempre en la actualidad, en la noticia.
JOAN: ¿Alicia?,
¿cuál Alicia?, ¿Alicia la del 2° derecha? Ya sabía yo que la bruja esa no podía
mantener el pico cerrado.
REPORTERO: (ACLARANDO) No, Sr. Joan, no me ha comprendido, he dicho la
noticia, la información…
JOAN: Sí,
hace días que me revisaron el corazón, ¿también ella se lo chismeó?, (¡vaya con
la tía esa!). Estoy muy bien (según me ha
dicho el doctor), además ha servido para que Marta, mi hija, estrene su nuevo
tensiómetro digital. Soy DOS veces un
joven de veinticinco.
REPORTERO: ¡Je, je, je!, ¡Sr. Joan, usted y sus cosas!: "dos veces de veinticinco",
¡cuánto humor!, ¡cuánto ingenio!
JOAN: Sí,
pero no es Eugenio, es Jordi… Dr.
Jordi Pujol i Codinas, allá en Barcelona.
REPORTERO: (CARRASPEANDO) ¡Ejem! Un chequeo médico, supongo que de rutina...
JOAN: ¡No, qué va!, de la cocina se encarga Xus, a mí se me da muy mal el cocinar.
REPORTERO: (SONRIENDO FORZADO) Esteee, cambiemos de tema. Dígame,
¿es cierto lo de su cincuentenario?
JOAN: Pues
sí, y déjeme contarle además un secreto, y le agradezco la confidencialidad.
REPORTERO: (ENARBOLANDO
UNA SONRISA MÁS LARGA QUE EL PUENTE GOLDEN GATE) Pues, gracias por la confianza Sr.
Joan; soy todo oídos.
JOAN: (SUSURRANTE) Cumpliré
cincuenta.
REPORTERO: (SORPRENDIDO Y DE NUEVO CON SONRISA FORZADA) ¿Hombre!… eeeh…, ¡felicitaciones!
JOAN: Gracias gracias, pero ¿por qué me felicita?
REPORTERO: ¡Por su cumpleaños número cincuenta!
JOAN: ¿Y
quién se lo ha dicho? ¡No me diga que también la bruja de la Alicia se lo ha chismeado!
REPORTERO: (INCRÉDULO) ¡Usted!, ¡usted acaba de decírmelo! ¡Ah!, ya sé, es
una broma. Ya me habían alertado que usted tiene un genial sentido del humor.
JOAN: ¿Yooo?
REPORTERO: Pues claro, se está haciendo el chistoso ¿verdad?
JOAN: ¿Chismoso
yo?, que va, nunca lo he sido, porque si lo fuera ya le hubiese contado lo de la Monse el otro día; la pobre...
REPORTERO: Sr. Joan, de veras que me sorprende su originalidad. Qué bueno es
llegar con ese ánimo y esa lucidez a los 50 años (con el debido respeto), y
sobre todo con ese genial sentido del humor.
JOAN: Sí, con amor, así empezó todo...
REPORTERO: ¡Ajá!, y claro, supongo que se refiere a que el amor por su
esposa no ha terminado.
JOAN: De
eso nada, no ha terminado. Usted sí que inventa cosas, debería ser
político o periodista.
REPORTERO: (ATÓNITO) ¡Pero si soy periodista, Sr. Ros!, soy un profesional,
estoy graduado.
JOAN: ¿El lavabo?… arriba,
al final de las escaleras a la izquierda.
REPORTERO: (INCÓMODO) Luego luego. ¡Ji, ji, ji!, sigue
con sus chistes.... Hablaba usted sobre el
amor. Se refería al amor por su esposa, ¿no?
JOAN: ¿Celosa?…
no precisamente, pero se enfureció cuando se enteró. De no haber sido por mi
hijo Oriol hubiese habido hasta un asesinato, ¿quién sabe?
REPORTERO: ¿Se enteró?, no comprendo… ¿se enteró de
qué?
JOAN: De mis andanzas cuando ella no estaba en casa.
REPORTERO: (SORPRENDIDO)
¿Andanzas?… ¿Acaso existe… digamos… una tercera persona?
JOAN: Alguien
ya se lo había comentado a Xus, porque siempre andaba rondando cerca de casa,
sobre todo cuando ella no estaba. Ahora que lo pienso pudo haber sido la vieja
chismosa de la Alicia ,
pero dejémoslo así. Xus —tal como usted dice—: «... siempre ha confiado plenamente en mí».
REPORTERO: (INCÓMODO Y SIN
RASTRO DE SONRISA) Y dígame, ¿qué edad tiene…?
JOAN: Yo —aunque no los aparente— he llegado a los cincuenta y también, aunque peque de
inmodesto, me dicen que aparento menos.
REPORTERO: (ANGUSTIADO) ¡No, no usted, don Joan!
JOAN: No me llame con
don, por favor.
REPORTERO: (APENADO) Disculpe usted. Dígame
la edad de “ella”.
JOAN: Pues 10 añitos…
y ese no es su nombre.
REPORTERO: (HORRORIZADO): ¡10
años, por Dios, si es una menor de edad, una niña! (BAJANDO LA VOZ) Oiga usted, sr. Joan, no apruebo esta conducta suya,
pero vine y ya, voy a concluir este trabajo, esta entrevista, aunque me está asqueando esta conversación.
JOAN: No,
no habrá salvación, en eso tiene usted toda la razón, la próxima vez no sé de
lo que será capaz Xus, no habrá perdón alguno. Marta, mi hija, habló hasta de
envenenar…
REPORTERO: ¿Marta, su hija, lo sabe? ¡Virgen santísima! ¡Cuánta desfachatez tiene usted! Y lo
dice tan tranquilo... Caramba, señor Joan, estoy impactado con lo que me ha dicho;
yo tenía otra imagen suya. Esto que ha hecho usted es —ante Dios, su esposa y su
familia— sencillamente imperdonable.
JOAN: Sí,
es reprochable, sobre todo porque no es hembrita, es un varoncito, bien lindo
por cierto. Yo lo conocí un día en el parque, acá en la plaza de Sant Joan.
REPORTERO: (IRGUIÉNDOSE
COMO SI LE HUBIESEN DADO UN CORRIENTAZO EN CIERTA ZONA NOBLE DE SU CUERPO) Mejor
no me cuente más sobre eso. ¡Qué asco! (NERVIOSO) Verá usted, esto no es lo que
yo esperaba en esta entrevista. (REFLEXIVO) ¡Válgame Dios: su hija, su esposa,
un menor de edad!… (MIRÁNDOLE CON ODIO) ¡Qué paciencia le ha tenido su esposa Xus!; ahora comprendo que lo que ella siente por usted tiene que ser mucho más que
amor. Bien, señor Joan, supongo que ya esto con el menor de edad es un episodio pasado.
JOAN: Sí,
pasado… pasado por alto, pero no olvidado, porque está vivo aún, sobre todo
cuando descubrieron lo de la habitación.
REPORTERO (CON LA BOCA ABIERTA ):
¿La habitación? ¿Cuál habitación?, ¡Ay!, no me venga ahora con que lo encontraron
en una habitación con el chico...
JOAN: ¡Vaya!,
por fin usted luce despierto y ha escuchado lo que le he dicho, porque —permítame
que se lo diga— usted ha estado un poquitín despistado durante esta conversación…
hasta diría que medio sordo. Sí, por qué negarlo, supieron lo de la habitación
porque nos descubrieron, encontrando todo revuelto y las evidencias sobre la cama.
REPORTERO: (EXCLAMATIVO) ¿En la cama?… ¿Los descubrieron en la cama? ¿Y cómo
los descubrieron!
JOAN: Sencillo: Xus había salido de compras con mi hijo, Oriol, y
cuando regresaron a casa no me percaté de ello. Entraron y escucharon sus gemidos en la habitación.
REPORTERO: (SIN SALIR DE
SU ASOMBRO) ¡Los gemidos?…, ¿cuáles gemidos?, pero… pero… pero ¡qué asco! ¿Dónde ocurrió eso?, ¿aquí en su
casa?… Estoy confundido. ¡Depravado! ¿No
estaba ni siquiera en un hotel?
JOAN: De hotel nada,
que habría sido menos problemático... fue aquí, en mi propia casa, en la habitación
principal y no tuve tiempo ni de esconderlo, de hecho él vio a mi hijo Oriol y
como el chico le cae simpático le meneó también a él la colita. Él menea la
colita muy de forma provocativa, se lo aseguro, es muy mono cuando lo hace. Si usted lo viera se enamoraría también como yo lo
hice, pero Xus estaba desencajada ante la escena, y no lo podía creer.
REPORTERO: (HORRORIZADO)
¡Ave María Purísima!, pedazo de loco… No me involucre en sus cochinas historias… ¡cuánta depravación!… Y… y… y… ¡y cuándo ocurrió eso?
JOAN: Ayer.
REPORTERO: (DESAJUSTÁNDOSE LA CORBATA) ¿Ayer? ¡Dios mío!, de veras que esto
es un problema, es la peor entrevista que me ha tocado cubrir, y en vivo. ¿Y
cómo hará entonces para la celebración?
JOAN: ¿Celebración? ¿Cuál celebración?
REPORTERO: (DESCORTÉS) ¡Ah!, no, no se haga ahora el angelito o el tonto, mire
que ya sé —con lo poco que me ha dicho— que usted no es sino un ser miserable. Y mira que conozco muy bien a los de su calaña… Me refiero a la celebración de su cumpleaños.
JOAN: ¿La del perrito? Esa fecha ni la sé. ¿Y para qué
quiere saberlo?
REPORTERO: ¿Perrito? ¿De cuál perrito me habla?
JOAN: Del perrito de la Monse, la vecina.
REPORTERO: ¿Perrito de la Monse ?
JOAN: ¡Ah!, ahora parece un eco repitiendo mis palabras. Si
no fuera porque le conozco como una persona muy seria yo diría que hasta se está burlando
de mí. Tengo media hora contándole lo del perrito de la Monse , la vecina del piso de
al lado, al cual aprecio mucho. Tiene 10 años, y siempre lo dejamos entrar en
casa cuando Xus no está para que ella no se cabree. Pues, resulta que ayer, estando
Xus y Oriol ausentes, el perrito entró a casa y fue directo a la habitación
principal, y no encontró mejor cosa que hacer sus necesidades fisiológicas justo sobre la
cama, no sin antes revolver todo lo que había encontrado a su paso, y luego al
muy bestia no se le ocurrió sino comenzar a gemir porque —para colmo— la puerta de la habitación se le había cerrado y no lograba salir. Así lo encontraron Oriol y Xus cuando
regresaron de las compras, y el perrito no hacía otra cosa que menearle la
colita al Oriol porque lo quiere mucho. Xus estaba que lo lanzaba desde la
terraza al precipicio y tuvo un “ataja perros” —literalmente hablando— con la Monse. ¿Dónde
ha estado usted mientras yo hablaba? Así no llegará a ser buen periodista,
amigo mío. Siga mi consejo: debe saber escuchar lo que le dicen. Usted como que
va a tener que ir a un otorrino para que le chequeen los oídos.
REPORTERO: (MOLESTO): No, sr. Joan, quien tiene que ir a un médico —y no a cualquier médico, ¡a un loquero!—, es
usted. Sí, en verdad, ha llegado a los cincuenta…, ¡pero con una teja
rodada!
JOAN: ¿Morada?
¿Cebolla morada? Que yo sepa no se dan acá en Cataluña. Déjeme preguntar en
todo caso.
REPORTERO: ¡Que cebolla morada ni que ocho cuartos! No me haga decir algo
de lo que me pueda arrepentir.
JOAN: ¿A
mentir? ¿Y por qué habré de mentir? No oculto mi edad: estoy cumpliendo cincuenta
años y en perfecto estado de salud. Por cierto, tendré una celebración: la de
mis cincuenta. Es un secreto que me tiene la Xus, pero ya me he enterado, ji, ji, ji. Me
están preparando una celebración sorpresa, ¿está enterado de eso?
REPORTERO: (SARCÁSTICO) ¡Nooo!, ¡no me diga!, ¡una celebración a usted?, ¿por su cumpleaños?, ¡no lo sabía!, ¡mira que sorpresa!: cumpliendo
así no más cincuenta años, como por arte de magia. (SERIO) ¡Falta que ahora me diga "abracadabra!
JOAN: ¿Viagra?, no gracias, todavía no lo necesito.
FIN-----------------
Autor: Bátrax (a) Luis E. Marval Hidalgo
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